Carmen Esquivel Sarría
San Salvador, (PL).- La necesidad de adoptar medidas urgentes para superar la actual crisis financiera afloró en
La magna cita, celebrada entre el 29 y el 31 de octubre, tuvo como lema "La juventud y el desarrollo", pero éste se vio superado por la difícil coyuntura económica internacional.
¿Por qué si el tema es la juventud estamos hablando de crisis?, se preguntó la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y añadió "porque las proyecciones indican que muchos países entrarán en recesión y nosotros sabemos lo que eso significa".
Advirtió Bachelet que los primeros en sufrir las consecuencias serían los jóvenes por el incremento de la cesantía, el hambre y la deuda y la reducción del gasto social.
Desde la propia ceremonia de inauguración hasta las plenarias, las reuniones privadas y la clausura del evento, la mayoría de los oradores hicieron referencia a la situación creada por la especulación y la falta de regulación en los mercados.
Si bien es cierto que la responsabilidad de la debacle económica está en el mundo desarrollado, sus consecuencias se sentirán en todo el planeta, particularmente en las sociedades más pobres.
Estamos ante la situación más complicada desde la quiebra de Wall Street en 1929, pero la diferencia radica en que hoy en este mundo globalizado los países son más dependientes unos de otros.
"Vale la pena recordar que la crisis actual se gestó en un proceso de desregulación acelerada, es decir, un falso planteo de que los sistemas financieros pueden funcionar por sí solos", dijo el presidente de México, Felipe Calderón.
Aunque con distintos matices políticos la mayoría de los oradores abogaron por el reforzamiento del papel del estado, contrario a la teoría neoliberal, a la que culparon por la actual situación.
El mito de la necesidad de alejar al estado del control de la economía llevó a una perversión, aseguró el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
Mientras, el primer mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, recordó que aquellos que en los años 80 y 90 decían que el Estado no podía ser fuerte y gastaba demasiado, son los que ahora buscan su auxilio.
Las estrategias para resolver el problema variaron desde posiciones como reformar el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, hasta avanzar hacia una nueva arquitectura o cambiar el sistema.
"El mundo asiste al fracaso del modelo neoliberal", dijo la presidenta argentina, Cristina Fernández, mientras su homólogo de Nicaragua, Daniel Ortega, consideró que el capitalismo falló desde sus orígenes y propuso fortalecer la integración.
El primer mandatario boliviano, Evo Morales, fue mucho más allá y planteó, incluso, cambiar el modelo en lugar de enmendar uno que no ha funcionado.
"Algunos creen que hay que salvar el capitalismo, pero ese sistema jamás va a resolver los problemas de la humanidad. El capitalismo nos trae crisis financiera, energética y alimentaria", advirtió Morales.
Una propuesta concreta la hizo el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien planteó una nueva arquitectura financiera para dar a los países del sur plena autonomía.
La iniciativa, que fue distribuida a todos los participantes en
"¿Qué sentido tiene utilizar una moneda extrarregional para hacer nuestras transacciones? Debemos eliminar el dólar como moneda regional", dijo Correa.
Si nuestras naciones tuviesen ya esa nueva estructura, serían más independientes y estarían mejor preparadas para enfrentar esta compleja coyuntura mundial.
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